Menu
me suspendo
A veces entre la noche y el amanecer una imagen llega a mí. Estoy sumergido en un oscuro mar. Sola, flotando en esa inmensidad, sin horizonte que observar, me suspendo por un momento entre el silencio y la inmovilidad.
Por momentos, mis gestos aunque lentos marcan una coreografía, bailo entre las olas sofocadas de esta profundidad. Siempre vestida de negro, mi pelo tiene fuego pero las llamas que habitan este cuerpo se encuentran presas en mis entrañas.
Extiendo mis miembros tratando de liberar el calor que me sofoca. Nada cambia. Mis ojos buscan vida en medio de este vacío. Nadie cambia. Hay fuego en medio del mar.
De pronto, siento mi cuerpo caer cada vez más rápido, cada vez más profundo. Lentamente el fuego se apaga, mi cuerpo se calma y la luz regresa. Me quedo dormida en medio de este oscuro mar del cual preferiría nunca despertar.
Mi origen está marcado por una trinidad. Tres mujeres que existen bajo una misma regencia solar: mi madre, sanadora de almas y visionaria de vidas pasadas, mi hermana curandera del cuerpo, de esta inmensa piel que estamos obligados a habitar. A mí sólo se me ocurrió bailar y así herí, desarticulé, multipliqué mi espíritu para acompañar al tuyo. Hacerme presente es el remedio. No hay nada que decir. No hay nada que justificar. No hay reglas que nos puedan limitar. Solo te pido no mires dentro de mis ojos, te podrías asustar. Siente mi cuerpo pegado al tuyo, ahí hay mucho que escuchar. Nuestros cuerpos se reconocen en silencio mientras los espíritus bailan en libertad.
No digas nada, te podrías despertar y descubrir que solo soy una falsedad.