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mar verde
Estamos dentro de un mar verde. Te dejas venir en medio de esta oleada verde. Corres con todas tus fuerzas sin importar hacia dónde vas. Te miro sonreír. Tu cuerpo se desplaza en total libertad.Te caes. Tu cuerpo se desploma en medio de este mar verde. Hay sorpresa en tu rostro y pasto en tu boca.
En menos de un segundo todo cambia. Miras de frente, miras tus manos, me miras a mí. Hay dolor en tu rostro. El dolor de una posible herida y el orgullo herido se confrontan. Creíste que nunca caerías. Creíste que nada te dolería. No te levantas, no sé si es por que no quieres o no puedes. En medio de tu desgracia, buscas alrededor tuyo otro cuerpo al cual recurrir. Pasas de largo el mío. Sigues buscando.
Hoy es el octavo día pero Dios creó siete días. Nosotras creamos ocho. Nos dimos cuenta que Dios, al siguiente día de su descanso, olvido liberar los cuerpos: el de los oprimidos y el de los que oprimen.
Mi cuerpo se balancea hacia el tuyo. Te tomo a la altura de las costillas y te levanto. Me ignoras, quizá por voluntad propia o por que realmente no notas mi presencia. Siempre has creído que hay una fuerza sobrenatural que te protege.
Te pregunto dónde te duele. Me respondes con silencio. Miro tu rostro. Hay lágrimas en tu ojos y tu boca se endurece, no sé si es para callar o es que estás a punto de dar un grito.
Y entonces, en menos de un segundo todo cambia. Miras tu cuerpo y percibes las heridas que esta mar verde ha causado en ti. Hay rasguños y sangre en tus manos y rodillas. Comienzas a llorar. Trato de explicarte que este dolor es pasajero, que hay más sangre que longitud y profundidad en tus heridas. También te digo que entiendo tu dolor y te acompaño en el sentimiento.
¡Llora! Sigues llorando. Te prometo que pronto volverás a correr, quizás con mucho más libertad, y te comparto mi deseo que la siguiente vez sea al lado mío. Lloras más fuerte.
De pronto tu padre sentado a la distancia te grita: “‘Tu pleures pas, t’es un homme!” / “No llores, eres un hombre!”
Él repite varias veces esta declaración. Cada vez más fuerte. Cada vez más imponente. Escucho con atención estas palabras que se precipitan una después de la otra y de las cuales no logro encontrar sentido alguno.
No llores, eres un hombre.
No llores, eres un hombre.
No llores, eres un hombre.
Un hombre eres, llores (o) no. Susurro a tu oído en mi imaginación.
Dejas de llorar.
Hoy es el octavo día, del octavo mes. Nosotras creamos una ola verde. En este momento, todas las mujeres tendrían la oportunidad de decidir. En este momento, todos los hombres tendrían la oportunidad de llorar. En este momento la tierra tendría un día sin dualidad, sin bien y sin mal. Un día infinito para todos los días de la semana. Hoy creamos un cambio juntas. Hoy pedimos un cambio justo.
Juntas lo justo.