Menu
el encuentro
Abrí los ojos con la imagen de un cuerpo femenino desnudo, no era el mío. Este despertar venía acompañado de un sentimiento de vacío profundo. Comencé a deambular por el espacio apropiándome de gestos cotidianos con la esperanza de que en ellos juntaría la energía necesaria para atraer los espíritus de vuelta a casa.
Ayer nos cruzamos 3 veces. 3 instantes que me obligan a buscarte hoy. La primera vez que te vi, encontré tu cuerpo ya muy cansado, reposando en el piso, en medio de una multitud de caminantes. Pedías altruismo a los demás ambulantes. Lo primero que me llamó la atención fueron los hilos de plata que bailaban en tu cabellera. Tú no te movías pero había danza en tu pelo. Volteaste tu rostro y vi hambre. Hambre acumulada de una vida de esperanza frustrada. Reconocí tus facciones de una Europa occidental desgastada y alterada, pasabas apenas los 60 años. Me miraste a los ojos al instante y quise sonreírte. Sonreíste de vuelta y pase de largo.
Subí lentamente cada escalón, dudaba si sería lo mejor volver a pasar tan cerca de ti. Esta vez, eras apenas un niño, un refugiado afgano. Esta vez no estabas solo, te acompañaban 6 o 7 compañeros de viaje. Tu rostro estaba anclado en mi dirección pero tu mirada estaba perdida. De nuevo vi tu hambre, inhalabas muerte volátil y voltee la mirada hacia otro lado, no pude seguir mirando cómo te drogabas. Me quise detener, tomarte de la mano y llevarte muy lejos de aquí a un lugar donde estuvieras a salvo. La ironía es que tú ya venías de muy lejos y llegaste aquí para estar a salvo. La ironía es que llegaste herido y nosotr*s en lugar de curarte te robamos lo último que te quedaba de dignidad. La ironía es que aquí hay comida en tu plato pero ahora tú hambre solo puede alimentarse de muerte y digerir libertad.
Cruce el parque tratando de esquivar el lodo y esto me llevó a pasar por tercera ocasión muy cerca de ti. Esta vez me sorprendió tu presencia, no esperaba encontrarte aquí, a mi misma edad. Esta vez no vi tu rostro, tampoco notaste mi presencia. Todo lo que quedaba de ti estaba concentrado en encontrar una vena y alimentarla de euforia. ¡Vaya ironía, vaya heroína! Pude ver cómo tu cuerpo, apoyado en el de tu compañera, se vació por completo y por unos instantes te quedaste ahí casi muerto. Tampoco me quede a presenciar tu suerte, seguí mi recorrido. Camine lejos de ti en un acto de amor hacia ambos. Tu ya habías tomado tu decisión, no sería yo quien te convencería que en el futuro todo podría ser mejor. No sería yo quien te diría que estabas cometiendo un grave error. No sería yo quien te diría que vivir es increíble y todo tiene solución.
Ayer nos cruzamos 3 veces. 3 instantes que me obligan a buscarte hoy, porque lo que ayer vi fueron tus cuerpos abandonados, desalmados con si mismos. Vi tus cuerpos hambrientos de muerte y sedientos de libertad. Vi tus cuerpos ahogados en dolor y convencidos de que ya no tienen posibilidad. Vi tus cuerpos negados de tiempo, pues ni en su pasado, presente o futuro encontrarán un gramo de esperanza que les permita continuar.
Ayer nos cruzamos 3 veces Dios, dejemos las mentiras de lado, esto no es cosa del Diablo. No me digas que no eras tú si te encontré en la prohibición de la gula y la ira de estos cuerpos condenados al infierno sobre la tierra.
Ayer nos cruzamos 3 veces. 3 instantes que me obligan a buscarte hoy porque mis gestos ya no bastan para convencer a los espíritus que me visitan en mis sueños de regresar a casa. Veo ya demasiados cuerpos deambular muertos, se han perdido ya todas las danzas y es la muerte que se ha convertido en la única esperanza.