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día uno
Me desperté a las 4 de la madrugada en Barcelona, había tenido una pesadilla, de esas que en 2015 me eran cotidianas. Ahora sólo me visitan una vez al mes… Una amiga de infancia había sido asesinada y en mi sueño era yo quien tenía que darle la noticia a mi madre. Dicen que cuando sueñas muerte indica nacimiento… vaya que he soñado vida en mis sueños.Me levanté y fui por mi teléfono, quería aprovechar el haberme despertado para saber qué sucedía en México. 44% de votos a favor de AMLO (en ese momento). Me alegré a pesar de que no vote por él. Voté por Marichuy, la candidata indígena que no tuvo un lugar en la boleta electoral. Yo quise nombrar su ausencia con la esperanza de que con ella nombraría también todas las demás ausencia que se viven y olvidan en mi país.
No quise votar por AMLO, tal vez por mi machismo disfrazado de feminismo. Dudo de los hombres, tengo miedo del poder que representan, me cuesta creer en su palabra. Me encuentro generalizando, codificando, juzgando, una estructura mental que quisiera abolir en el Mundo, vaya contradicción… por eso me alegro por AMLO, por México para disminuir la culpa de no votar por él, de no ser parte del cambio. No voté por AMLO y seguiré escéptica durante los 6 años a venir, para mantenerme en estado de urgencia y no olvidar. No olvidarlos. No olvidarnos.
Escuchó las palabras de AMLO desde el hotel Hilton hasta el Zócalo de la CDMX, se me enchina la piel, hay lágrimas en mis ojos. Termina sus discursos con amor. ¡Un político hablando de amor! Me siento esperanzada pero también un poco triste. Ya se van todos los que han dejado en la miseria a mi país, todos los que han promovido la violencia y la sangre, ya se van todos los que nos han suprimido y expulsado de nuestras tierras y por un momento, sumamente egoísta, me preguntó por mi resistencia, este estado que me ha acompañado por los últimos años, como quién se enamora de su violador.
Y ahora ¿qué vamos a hacer (mi resistencia y yo)?