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cuerpos del disturbio
Hay un cuadro blanco dibujado en el suelo. 5 pasos me dividen de este.
Hay un cuadro negro dibujado en el suelo. No sé cuantos pasos me separan de este.
Te busqué en el tren sin conocerte, sabía que estabas ahí, siempre estás ahí. Quería protegerte, acompañarte en la recta final de tu travesía pero no te encontré.
Paramos en la estación Menton. Ellos, los cuerpos del orden, los policías te estaban esperando y comenzaron a buscarte. Mientras ellos caminaban, yo rezaba sin saber a qué Dios nombrar, a qué divinidad pedirle un milagro para que no te encontrarán a ti o a los demás extranjeros no deseados. Ella, mi familia, me hablaba de ti y de los otros cuerpos con una sonrisa en el rostro. Sentí asco. Sentí pena. Me dieron vergüenza sus palabras y preferí olvidarlas. Tengo su sangre pero en definitiva comparto tu piel.
Los vi regresando hacia mí, no te vi.
Celebre nuestra victoria. Ya estabas aquí, del otro lado al fin.
La miré de nuevo, esta vez era yo quien tenía una sonrisa en el rostro. No me vio, ella había cerrado los ojos. Dormitaba relajada en su mundo inflexible sentada sobre su cuadrado blanco.
Mire de nuevo por la ventana y ahí estabas tú con ellos. Grite por dentro en silencio, me concentré porque nadie viera mis lágrimas. Si lloras no te escuchan, me dije. Me levanté y empecé a caminar hacia ti, cada paso que daba me alejaba de donde estabas tú, empecé a correr hacia ti pero solo vi tu cuerpo distanciarse cada vez más del mío.
Hay un cuadro negro dibujado en el suelo. No sé cuántos pasos me separan de este abismo.
La miré a los ojos nuevamente y recordé las palabras que me había dicho hace apenas unos minutos.
“Tienes suerte de tener el color de tu madre.”
Recordé también las fotos en casa de mi abuela, donde veía mi rostro reflejado en el de ella. Hoy mire mi rostro reflejado en la ventana del tren y vi tu rostro. No te conozco, no comparto tu historia, tampoco tu destino. No nos parecemos en mucho sin embargo hoy me siento parte de ti, lloro contigo y te acompaño en el dolor de enfrentar un mundo donde una gran mayoría de ciudadanos prefiere decir no y quedarse inmóvil frente una pantalla a aceptar un sí que mueve, conmueve y remueve cuerpos.
Hay un cuadro blanco dibujado en el suelo. Tengo un pie colocado en el borde y otro suspendido en el aire sin saber qué dirección tomar.
Esta vez soy yo quien mira la pantalla. Me encuentro inmóvil frente a ella, hoy se enfrentan dos Europas. Una privilegiada e imponente, otra olvidada y reconstruida. De un lado, 16 hijos de inmigrantes, del otro una generación que creció en medio de una guerra. Hoy toda la afición tienen una meta, hoy dicen poner de lado sus diferencias en pro de una lucha que se ha vuelto un acto casi supremacista del balón-pie porque frente al ganador nos volvemos ciegos de color; eliminando las diferencias que al poder incomodan.
¿Seguirás detenido o estarás ya camino a casa? Casa, que hipocresía de mi parte hablar así. Si vivieras bajo un techo no estarías aquí deseando haber nacido en otro cuerpo. ¿Podrás ver este partido? ¿Qué sientes al saber que el equipo ganador representa la gloria de un país que hoy rechaza tu llegada? Millones de espectadores aclaman a los azules... ¿los de sangre azul? ¿o los que en su himno nacional entonan la duda sobre la ciudadanía de las sangres impuras?
“Aux armes, citoyens !
Formez vos bataillons !
Marchons, marchons !
Qu'un sang impur... Abreuve nos sillons ! “
Contra toda lógica pensé que hoy perderían las estadísticas y ganarían los otros, los olvidados. Imagine un mundo donde la alternativa era posible. Donde tú hubieras sido bienvenido y recibido en esta nación ahora orgullosa de portar una estrella más en 23 camisetas pero incapaz de velar por un cuerpo más.
Hay un cuadro blanco dibujado en el suelo. 4 intrusos corren hacia su centro. 4 cuerpos que frente a mi pantalla son invisibilizados en menos de 10 segundos. Son omitidos y olvidados en menos 3.
4 cuerpos del disturbio que también corren con nosotras, corren contra el encierro que este cuadro blanco marcado en el suelo representa, corren en resistencia hacia el abismo del cuadro negro sin miedo a caer. 4 pussy riots que corren esperando poder demostrar que el único abismo era el espacio imaginario que divide ambos cuadros y que el cuadro blanco así como el cuadro negro no existen en realidad.
Hace 3 días paso tu cuerpo junto al mío y hoy sigo preguntándome dónde estás. Mientras un país entero entona “I will survive” como el mejor amuleto de la suerte que los acompañó en esta victoria me pregunto si tu suerte habría cambiado si la hubieras cantado. Me pregunto dónde está la Gloria de aquellos sobrevivientes olvidados.